La Plaza Jemaa El Fna es el símbolo de la ciudad de Marrakech desde que se fundara en el siglo XI, es el centro neurálgico con más vida que cualquier otro lugar. Alberga un inmenso espacio multicultural que funciona desde el principio de sus tiempos mostrando al mundo la cultura y tradición marroquí. Las tradiciones populares se exponen a través de la música y diferentes expresiones artísticas.  De hecho, cuenta con protección oficial desde 1922 y fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad el año 2008.

Son muchos los significados que se atribuyen a las palabras Jemaa El Fna sin llegar a concretar cuál es el definitivo, pero el más extendido es el de reunión, y aunque en un principio parece una simple palabra, en realidad debe su nombre a su utilidad en el pasado cuando se exhibían las cabezas cortadas de los infieles o los delincuentes haciendo de la plaza un lugar macabro y desagradable.

A diferencia de lo común, la plaza no destaca precisamente por la belleza de su entorno, si no por la singularidad de sus gentes, la esencia que se desprende y la actitud de los vendedores.

Las actividades comerciales que se llevan a cabo hacen del lugar una atracción turística, mezclando a extranjeros con sus propios habitantes.  El ambiente puede llegar a ser algo cargante para quien no sea un gran aliado de las aglomeraciones, por tanto vale más ser precavido en este aspecto.

El gran Minarete se erige a un lado de la plaza dejando una bonita fotografía para el recuerdo, sobre todo si es al atardecer gracias a su color rojizo. Al norte de la plaza se puede acceder al Zoco de Marrakech, un importante centro comercial considerado el mercado más grande de todo Magreb donde uno se puede perder entre sus puestecitos.

Paseando de día

El arte de regatear es muy común en Marruecos, por tanto no dudes en hacerlo. Todos te van ofreciendo sus servicios o productos y tienes que decidir rápidamente si te interesa o no, ya que con las dudas uno acaba comprando sin necesidad ante la gracia de vender de los comerciantes.  La plaza se llena de curiosos personajes, domadores de monos, encantadores de serpientes, dentistas, curanderos, p

redicadores, aguadores del desierto con característicos y coloridos atuendos, poetas, narradores de cuentos, artistas callejeros y mujeres tatuando con henna.

 

Son famosos los vendedores de zumo de naranja que te dejan ver como exprimen ellos mismos las naranjas al momento y también encontraréis puestecitos con las especias típicas del país.

La plaza está rodeada de restaurantes y bares con terrazas desde donde se puede observar el bullicio y las escenas más curiosas así como contemplar el precioso atardecer con vistas al minarete. Café de France, Café Argana, el restaurante Chez Chegrouni y les Terrasses de l’Alhambra son los lugares más conocidos en los que poder tomar un buen té a la menta típico de Marrakech.

A medida que pasan las horas se transforma su aspecto. Amanece con una paz y tranquilidad que nada tiene que ver al final del día, y con el último rayo de sol suenan los cánticos de todas las mezquitas para recordar que es el momento de la oración.

La noche bulliciosa

Por la noche llega la gran transformación y el lugar cambia su aspecto. Desaparecen los puestecitos y van llegando los vendedores ambulantes de comida invadiendo el espacio que les toca. La gente acude a cenar a precios muy económicos, aunque no es recomendable para estómagos sensibles.  Si ese no es tu caso, debes saber que se puede comer couscous, ensaladas, buñuelos y muchos manjares típicos del país. Colocan mesas para la comodidad de los transeúntes y es que son miles las personas que acuden a cenar las elaboraciones populares que desprenden un olor inevitablemente exótico para los extranjeros.

A lo largo de la noche y tras la cena aparecen músicos y artistas que ofrecen espectáculos espontáneos y divertidos que no te dejarán indiferente.

En definitiva, Jemaa El Fna es un lugar imprescindible en tu viaje a Marrakech para conocer y experimentar la cultura y el ambiente del país.